miércoles, 22 de noviembre de 2017

La terapia género sensitiva de Gioconda Batres


La terapia género sensitiva tiene como base epistemológica el reconocimiento de los efectos negativos de la sociedad patriarcal, machista y sexista en la que vivimos. La verdadera opresión de las mujeres está basada en el género, así como en la clase y la raza y estas son las bases para muchos conflictos,como la baja autoestima y la falta de poder reportados por varias mujeres que buscan terapia. 

Esta terapia explora con sus pacientes las contradicciones inherentes en los roles sociales prescritos para las mujeres. El foco en los conflictos intrapsíquicos como la fuente de preocupaciones psicológicas, el uso de etiquetas de diagnóstico que connotan enfermedad como mirada única y el autoritarismo de la tradicional relación terapéutica, son opuestos a la terapia género sensitiva. En lugar de esto, las pacientes son ayudadas a entender las fuentes de opresión por medio de un cuidadoso análisis de los roles sexuales y a acercarse a la filosofía de las teorías de género,  para ayudarlas a conceptualizar alternativas. 

Las/os terapeutas apoyan a las mujeres en una exploración de sus recursos internos y la capacidad de cuidado y autocurecuperación. Incentivan el proceso de proponerse metas individuales y apoyan aquellas metas que trascienden el estereotipo de los roles sexuales. Motivan la exploración de varios estilos de vida y orientaciones sexuales y apoyan la adquisición de destrezas para una vida autodirigida e interdependiente. 

Este modelo que es también psicoeducador se centra en las pacientes como aprendices en vez de enfermas y apunta al papel del terapeuta como una facilitadora en el proceso de cambio de la paciente, en lugar de ser alguien que la cura. El proceso de identificar áreas problema, plantear metas, evaluar el desarrollo del tratamiento debe de ser de cooperación entre la terapeuta y la paciente, y ocurre a través de todo el proceso terapéutico. 

La terapia género sensitiva se distingue de las terapias tradicionales por su marco de referencia no sexista. Las terapeutas utilizan adecuadas modalidades terapéuticas existentes y desarrollan nuevas técnicas, siempre compatibles con la filosofía subyacente de la terapia género sensitiva. 

Esta terapia en tanto no sexista tiene como política el análisis de las diferencias de poder y el uso de herramientas cognitivas entre otras, para apoyar a las mujeres a diferenciar entre fuentes externas e internas de angustia. Se emplean estas técnicas para ayudar a las mujeres a reestructurar sus creencias sobre sí mismas, de las mujeres como grupo, y sus situaciones. Por ejemplo, la depresión y la falta de asertividad pueden ser vistas como un resultado de la falta de poder del rol sexual femenino, en lugar solamente de un déficit personal inherente; la violación es vista como una herramienta de la dominación del hombre sobre la mujer, en lugar de un resultado de la seducción femenina. 

Según la fundadora Gioconda Batreas, las/os terapeutas género sensitiv@s deben de trabajar en desmitificar la relación de poder inherente en cualquier situación terapéutica. Hacer esto requiere que la terapeuta sea abierta también sobre sus propios valores y actitudes.  La necesidad de igualdad en la relación terapeuta-­paciente generalmente debe ser acordada por las terapeutas por medio de esta verbalización terapéutica, como contestar preguntas, hablar de su postura política frente a asuntos concernientes a las mujeres (Batres, 1997). 

La terapia género sensitiva propone que conjugar pacientes mujeres con terapeutas mujeres es casi siempre la mejor opción terapéutica para las mujeres. Las/os terapeutas usan tanto las aproximaciones individuales y grupales para hacer esta terapia. En particular, se apoya el valor de un modelo terapéutico grupal. 

Esto porque el modelo de grupo permite a la mujer:

  • Validar las fortalezas de las demás.
  • Desarrollar sistemas de apoyo mutuos.
  • Romper su aislamiento la una de la otra.
  • Ayudarse las unas a las otras a percibir diversas posibilidades de crecimiento.


La terapia género sensitiva requiere además que una terapeuta:

  • Realice una actividad evaluativa de su práctica.
  • Haga previsiones en su práctica para atender las pacientes de bajos recursos.
  • Examine su estilo de vida y valores en relación con su aproximación terapéutica.
  • Se identifique con las metas y filosofía de las teorías de género.
  • Examine las implicaciones de su raza, clase y orientación sexual en tanto esto pueda llevar a un desliz terapéutico con sus pacientes. (Rosewater, Walker, 1975).

En su vida privada un/a terapeuta género sensitivo/a debería:

  • Trabajar formas de funcionamiento óptimas, con igualdad, mutuo entendimiento y respeto como las bases para sus relaciones personales.
  • Estar envuelta en un creciente proceso de toma de conciencia para continuar brindando un desarrollo de la conciencia de género al proceso terapéutico.
  • Ser un/a experto/a en la psicología de la mujer y en la salud mental de las mujeres, participando en la continuación de la educación y en las actividades de supervisión que se centran en el conocimiento del desarrollo femenino y sus necesidades en la salud mental.
  • Por último, un/a terapeuta género sensitiva debería de comprometerse con los esfuerzos para el cambio social que promueven la igualdad femenina. 

Los aportes hechos por la terapia sensible al género a la práctica terapéutica y a la teoría son innegables. Uno de ellos ha sido precisamente el cuestionamiento de las teorías psicológicas vigentes, tan distanciadas de la vida de las mujeres. 

La práctica terapéutica debe devolverles ese poder a las mujeres. Empoderar a las mujeres para que replanteen sus comportamientos, aquellos especialmente que han necesitado utilizar por su desventaja, llamados manipulatorios o histéricos. Es nuestro trabajo como profesionales en el área validar las percepciones de las mujeres y reducir sus sentimientos de inadecuación.

Se apoya la exploración de los recursos internos de las mujeres y su capacidad para cuidarse y autocurarse. También explora varios estilos de vida y acepta distintas orientaciones sexuales. La adquisición de destrezas para una vida independiente, se estimula. 

Analiza además, las diferencias de poder para ayudar a las mujeres a diferenciar las fuentes (tanto externas como internas), que la angustian y reconceptualiza los padecimientos para que las mujeres dejen de culparse a sí mismas ser víctimas.

Referencia:

Batres, G. (2012). Programa Regional de Capacitación en violencia 
de género y trauma del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente ILANUD, Argentina. 

1 comentario:

  1. Este modelo de trabajo de encanta porque las víctimas desde un inicio inician a perfilarse como todas unas eroinas, y el proceso es muy enriquesedor de doble vía, como tambien me fortalece saber sobre las redes de apoyo que se logra hacer dentro del proceso y ver como las víctimas se empoderan de su rehabilitación y se convierten en portavoces para otras personas que sufren de la violencia sexual.

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